El Apocalipsis de San Juan nos ofrece una visión poderosa de la historia, vista desde la perspectiva de Dios. Escrito en tiempos de persecución y sufrimiento para la Iglesia, este libro no es solo una profecía sobre el futuro, sino una revelación del sentido profundo de la historia humana: el triunfo definitivo de Cristo.
Juan nos presenta al Cordero inmolado y en pie (Ap 5, 6) como el centro de toda la visión. A pesar de haber sido asesinado, permanece firme, porque con su resurrección ha vencido a la muerte y participa plenamente del poder de Dios. Este mensaje es clave: Cristo, aparentemente débil y derrotado, es en realidad el Señor de la historia.
El Apocalipsis también nos muestra la lucha entre la Mujer y el Dragón (Ap 12). La Mujer representa tanto a María como a la Iglesia, que, a lo largo del tiempo, da a luz a Cristo en el mundo, enfrentando la hostilidad del mal. Pero al final, no vence el Dragón, sino la Iglesia, que se transforma en la Nueva Jerusalén, donde ya no hay dolor ni muerte.
A pesar de sus imágenes de sufrimiento y persecución, el Apocalipsis es un libro de esperanza. Su mensaje central es que la historia, aunque parezca caótica, está en manos de Dios. Por eso concluye con una de las oraciones más antiguas de la Iglesia: «Ven, Señor Jesús» (Ap 22, 20). Esta súplica no solo expresa la espera de su retorno glorioso, sino también la certeza de su presencia en cada Eucaristía y en la vida de los creyentes. Es una invitación a confiar en la victoria de Cristo y a vivir en la alegría de su amor.