Los Apostoles

MATEO, EL PUBLICANO LLAMADO A LA MISERICORDIA

San Mateo es un testimonio vivo de cómo la gracia de Dios transforma radicalmente la vida de un hombre. Antes de su encuentro con Jesús, Mateo era un publicano, un recaudador de impuestos al servicio del poder romano, un oficio despreciado por los judíos de su tiempo. Sin embargo, Jesús no solo lo llama a ser su discípulo, sino que lo convierte en uno de los Doce Apóstoles y en testigo privilegiado de su misericordia.

El relato evangélico de su vocación es breve pero profundo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió (Mt 9,9). En este gesto, Mateo abandona su vida anterior y responde con prontitud al llamado de Jesús. La expresión «se levantó», además de indicar un movimiento físico, sugiere una resurrección espiritual, un paso decisivo hacia una nueva vida. Su conversión no solo es personal, sino que se convierte en un mensaje universal: nadie está excluido de la amistad de Cristo, por muy lejos que parezca estar de la santidad.

Su Evangelio, el primero en el canon del Nuevo Testamento, refleja su sensibilidad hacia los judíos y su deseo de mostrar que Jesús es el cumplimiento de las promesas mesiánicas. Nos recuerda que la fe no es solo un conocimiento teórico, sino un compromiso con la vida nueva que nace del seguimiento de Cristo.

Mateo nos enseña que la llamada de Jesús exige una respuesta concreta, un cambio de vida. Como él, estamos invitados a levantarnos de nuestras seguridades y a seguir a Cristo con decisión, permitiendo que su misericordia transforme nuestra existencia.

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