Joseph Aloisius Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn, Baviera, Alemania. Desde temprana edad mostró interés por la teología y la liturgia. Tras estudiar en seminarios y universidades alemanas, fue ordenado sacerdote en 1951 junto a su hermano Georg. En su trayectoria académica, destacó como profesor y teólogo en universidades como Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona. Su participación en el Concilio Vaticano II (1962-1965), donde trabajó como asesor teológico, lo posicionó como una de las mentes más brillantes del pensamiento católico del siglo XX.
De Arzobispo a Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe
En 1977, el Papa Pablo VI nombró a Ratzinger arzobispo de Múnich y Freising. Ese mismo año fue creado cardenal, consolidando su liderazgo en la Iglesia alemana. Durante su breve etapa como arzobispo, defendió la identidad cristiana en una sociedad cada vez más secularizada y promovió la necesidad de una fe viva y sólida.
En 1981, Juan Pablo II lo llamó a Roma para encabezar la Congregación para la Doctrina de la Fe, el dicasterio encargado de velar por la pureza doctrinal y teológica de la Iglesia. Durante sus más de dos décadas al frente de este cargo (1981-2005), Ratzinger se convirtió en uno de los colaboradores más cercanos y respetados de Juan Pablo II. Su misión se centró en combatir el relativismo moral, clarificar puntos doctrinales, y responder a desafíos como la teología de la liberación, la secularización en Occidente y la influencia del materialismo.
Durante este período, Ratzinger también se destacó por sus numerosos escritos, donde abordó temas como el diálogo entre fe y razón, la liturgia, la cristología y la eclesiología. Entre sus obras más importantes de estos años se encuentran Introducción al cristianismo (1968), Informe sobre la fe (1985, con Vittorio Messori) y El espíritu de la liturgia (2000), textos que reflejan su profundidad teológica y su claridad pedagógica.
Guardián de la fe y defensor de la verdad
Como Prefecto de la Congregación, Ratzinger defendió con firmeza la doctrina católica frente a corrientes ideológicas que, a su juicio, amenazaban la verdad revelada. Denunció los excesos de la teología de la liberación en América Latina, subrayando la necesidad de integrar la opción preferencial por los pobres con una sólida espiritualidad. Además, fue pieza clave en la elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica (1992), una obra monumental que sintetiza la fe católica para el mundo moderno.
En los años 90 y principios de los 2000, Ratzinger abordó también los desafíos de la globalización, la crisis de la moralidad en la sociedad contemporánea y los escándalos que comenzaron a emerger dentro de la Iglesia. Sus reflexiones sobre el relativismo moral, especialmente su famosa advertencia contra la “dictadura del relativismo”, anticiparon muchos de los problemas actuales.
El paso a la Sede de Pedro
El 2 de abril de 2005, falleció Juan Pablo II, a cuyo lado había servido lealmente durante más de dos décadas. Durante el cónclave, Ratzinger fue elegido Papa el 19 de abril de 2005, tomando el nombre de Benedicto XVI en honor a San Benito de Nursia, patrón de Europa, y a Benedicto XV, quien promovió la paz durante la Primera Guerra Mundial.
Su pontificado, marcado por la búsqueda de la verdad, el diálogo entre fe y razón y la denuncia del relativismo moral, fue una continuación de la labor teológica y pastoral que había desarrollado desde su juventud, y culminó con un acto histórico: su renuncia el 28 de febrero de 2013, siendo el primer pontífice en hacerlo en casi 600 años.
Benedicto XVI pasó sus últimos años en oración y estudio en el monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano. Falleció el 31 de diciembre de 2022, dejando un profundo legado teológico y espiritual a través de sus escritos, encíclicas y enseñanzas.