Los Apostoles

LA TRADICIÓN: COMUNIÓN VIVA A LO LARGO DEL TIEMPO

La Iglesia no solo une a los creyentes de un mismo tiempo y lugar, sino que abarca todas las generaciones pasadas, presentes y futuras en una única comunión. Esta dimensión de la fe, sostenida por el Espíritu Santo, permite que la experiencia del Resucitado que vivieron los Apóstoles siga siendo real y accesible en la vida de la Iglesia. La Tradición apostólica no es solo la transmisión de enseñanzas, sino la actualización constante de la salvación en la fe, la liturgia y la vida sacramental. Es el Espíritu Santo quien garantiza esta continuidad, asegurando que el don de Cristo permanezca vivo en su pueblo.

El universalismo de la salvación se refleja en la misión confiada a los Apóstoles, quienes, asistidos por el Espíritu, son enviados a todas las naciones para hacer presente la obra redentora de Cristo. Desde el inicio de la Iglesia, el Paráclito guía a los Apóstoles y a sus sucesores en su labor evangelizadora, asegurando la autenticidad de su testimonio. En los Hechos de los Apóstoles vemos cómo el Espíritu y los enviados de Cristo actúan conjuntamente, sosteniendo la misión y constituyendo pastores para la grey, demostrando que la autoridad en la Iglesia no es solo una estructura humana, sino un don divino.

Por tanto, la Tradición no es una simple transmisión de conocimientos del pasado, sino la presencia activa de Cristo en su Iglesia a lo largo de la historia. Es el vínculo que une la experiencia de fe de los Apóstoles con la de cada generación, permitiendo que el Evangelio siga siendo fuente de vida. La Tradición es como un río vivo que nos conecta con los orígenes y nos guía hacia la eternidad, cumpliendo la promesa de Cristo: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20).

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