Laudes y Visperas

LA OMNISCIENCIA Y OMNIPRESENCIA DE DIOS COMO FUENTE DE CONFIANZA

El Salmo 138 es un himno sapiencial que, en sus primeras estrofas, celebra la omnisciencia y omnipresencia de Dios, invitándonos a meditar sobre su cercanía y misterio. En su primer pasaje (vv. 1-6), el salmista nos presenta a un Dios que lo conoce todo, no solo de manera intelectual, sino en una relación íntima y personal con sus criaturas. Este conocimiento no es una simple observación externa, sino una comunión que abarca los pensamientos, las acciones y los sentimientos humanos. La grandeza del Creador es aún más sorprendente al comparar la magnificencia de sus obras creadas con su sabiduría infinita, como señala Teodoreto de Ciro.

El segundo pasaje (vv. 7-12) destaca la omnipresencia divina, que llena todo el espacio y todo el tiempo. La imagen de la imposibilidad de escapar de la presencia de Dios es poderosa: «Si subo al cielo, allí estás; si bajo al abismo, allí también te hallo». Dios no solo está presente en lo más alto y en lo más bajo, sino también en la luz y en la oscuridad, en el día y en la noche, en los momentos de alegría y de dificultad. Esta presencia divina no es una amenaza, sino una cercanía que guía, sostiene y libera. Incluso en la última soledad de la muerte, Dios no nos abandona; su mano está dispuesta a tomarnos y guiarnos.

La confianza que nos transmite este salmo es profunda. Podemos tener la seguridad de que nunca estamos solos, porque Dios está siempre con nosotros, incluso en las noches más oscuras de nuestra vida. Teodoreto de Ciro, al meditar sobre el misterio de la sabiduría divina, reconoce que su comprensión escapa a la capacidad humana, pero se rinde ante el prodigio de la creación, proclamando la victoria de la sabiduría del Creador. En nuestra vida diaria, este mismo sentimiento de asombro nos invita a confiar en la bondad y cercanía de Dios.

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