• Laudes y Visperas

    SALMO 130: HUMILDAD Y CONFIANZA EN EL SEÑOR

    El Salmo 130 nos introduce en el misterio de la «infancia espiritual», invitándonos a abandonar la soberbia y a confiar plenamente en Dios. Este breve pero profundo poema describe la actitud del humilde, que rechaza la altanería y la ambición desmedida, optando por un espíritu de sencillez y dependencia amorosa hacia el Señor. La imagen central del salmo es la de un niño destetado que reposa tranquilo en los brazos de su madre, símbolo de una relación madura y consciente con Dios, marcada por la confianza serena y responsable.

    Esta espiritualidad, evocadora del «caminito» de santa Teresa de Lisieux, se presenta como una alternativa al orgullo que busca la autosuficiencia y la superioridad. El salmista, lejos de ceder a la tentación de la arrogancia, proclama su abandono confiado en Dios y extiende esta invitación al pueblo de Israel: «Espere Israel en el Señor, ahora y por siempre». Este llamado resuena a lo largo de las Escrituras, recordándonos que Dios es nuestro refugio desde el vientre materno y que su fidelidad nos sostiene en todas las etapas de la vida.

    San Juan Casiano y los Padres del Desierto profundizan en esta enseñanza, advirtiendo sobre los peligros de la soberbia, que puede destruir las virtudes incluso en quienes han alcanzado altos niveles de perfección. Frente a esta amenaza, el salmo nos propone custodiar el corazón con humildad y orar para ser librados del orgullo. Así, como un niño en los brazos de su madre, aprendemos a vivir una relación confiada con Dios, quien nos conduce hacia la paz y la verdadera libertad interior.