El Salmo 112, con su sencillez y belleza, se presenta como un himno breve pero profundamente significativo dentro del «Hallel egipcio», una colección de salmos que celebra la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Este salmo, compuesto por solo sesenta palabras en hebreo, es un canto de confianza, alabanza y alegría que, en la tradición judía, se vincula con la liturgia pascual. En él se exaltan tanto la liberación histórica como el sentido espiritual de la Pascua, entendida como signo de la liberación del mal en todas sus formas.
La estructura del Salmo lleva al lector por tres movimientos. En la primera estrofa (vv. 1-3), resuena la alabanza al «nombre del Señor», que representa su presencia viva y activa en la historia. La plegaria de adoración, marcada por la repetición apasionada de este «nombre», abarca todo el tiempo y el espacio, elevándose desde la salida hasta el ocaso del sol. En la segunda parte (vv. 4-6), se celebra la trascendencia divina, con imágenes que subrayan la grandeza de un Dios que «se eleva sobre todos los pueblos» y cuya gloria trasciende incluso los cielos. Sin embargo, este Dios elevado no es distante: «se abaja para mirar», mostrando una atención amorosa hacia la realidad terrenal.
El clímax del Salmo (vv. 7-9) nos lleva a un Dios que se inclina hacia los últimos y los desvalidos. Esta cercanía alcanza su máxima expresión en el misterio de la Encarnación, cuando Dios se hace hombre y comparte la condición de los pobres. Levantar al indigente del polvo y enaltecer a los humildes refleja una opción divina que encuentra eco en el Magníficat de María, donde se proclama la justicia divina que «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes». La tradición cristiana, recogida en himnos antiguos, reafirma esta lectura, mostrando cómo la comunidad primitiva reinterpreta los salmos como expresión del misterio de Cristo, Cordero que quita el pecado del mundo. En el Salmo 112, la grandeza y la cercanía de Dios se entrelazan para ofrecer un mensaje de esperanza y redención.