• Iglesia Primitiva

    SAN ESTEBAN: CARIDAD, FE Y TESTIMONIO HASTA EL MARTIRIO

    En esta catequesis, Benedicto XVI nos presenta a san Esteban, el primer mártir cristiano, figura clave de la Iglesia primitiva. Elegido junto a otros seis compañeros para ocuparse del servicio caritativo a las viudas de lengua griega en Jerusalén, su papel trascendió la asistencia material: fue también un ardiente evangelizador. Lleno de gracia y de sabiduría, anunció a Cristo como el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento, lo que le llevó a enfrentarse con la incomprensión y la hostilidad de sus compatriotas.

    El Papa destaca cómo Esteban, al reinterpretar las Escrituras en clave cristológica, provocó la reacción violenta de los jefes judíos, al declarar que Jesús resucitado es el verdadero templo de Dios. Su predicación culmina en un discurso apasionado y una visión celestial: ve a Jesús a la derecha de Dios, confirmando así que la fe cristiana no es sólo memoria de un maestro, sino experiencia viva del Resucitado. Su muerte, semejante a la de Cristo, incluye el perdón a sus verdugos y la entrega de su espíritu.

    Esteban no sólo es ejemplo de la unión entre caridad y anuncio, sino también punto de inflexión en la historia de la Iglesia: su martirio desencadenó una persecución que obligó a muchos cristianos a salir de Jerusalén, llevando consigo el Evangelio. Así, su sangre no fue en vano, sino semilla fecunda, como dirá Tertuliano: “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”. Su figura enlaza directamente con la de san Pablo, que presenció su muerte y, tras su conversión, desarrollará teológicamente la misma visión cristológica iniciada por el protomártir.

    El testimonio de san Esteban nos enseña que el anuncio de la fe no puede desligarse de la entrega concreta en el amor y que la cruz, lejos de ser un fracaso, es el camino hacia la gloria. Su vida y muerte nos llaman a vivir una fe íntegra, valiente y gozosa, capaz de transformar incluso la persecución en misión y la cruz en bendición.